El triunfo de Judith: una paradoja entre la belleza,
la venganza y el heroísmo
Bella,
carismática, guerrera, inteligente, sagaz, intrépida,virtuosa… son unas
cuantas frases con las que se puede identificar a esta emblemática mujer que
tiene su propia historia dentro del libro sagrado “Judith” como muestra de su
valentía y heroísmo que dio mucho de que
hablar y que durante mucho tiempo, en especial en la edad media y en el
renacimiento, fue tema de inspiración, no sólo para la literatura, sino
también, en el arte, retomándola como un símbolo social, político, de
virtuosismo y valentía. Entre sus múltiples representaciones, podemos encontrar
distintas facetas y momentos en el que
ella, decidida a defender su pueblo natal, Betulia, emprende su camino en busca de Holofernes.
Pero para ello, hay que retomar un poco el hecho histórico que dio espacio a
uno de los hechos que permitió darle fama y cierto misticismo a la imagen de
Judith. Los pueblos hebreos estaban siendo azotados por los constantes ataques
de un general sanguinario cuyas órdenes proviene de Nabucodonosor. Este general
se llamaba Holofernes; un hombre calculador, rápido, fuerte e inescrupuloso, que
no tenía piedad ni deparo al momento de destruir y de matar. Su deber, era
destruir los pueblos y ciudades enemigas de Nabucodonosor. Al momento de
enfrentarse con Betulia, la privo de agua, cerrando sus afluentes, también
cerraba los caminos principales que eran vitales para la entrada y salida de
mercancías. Los habitantes de aquella ciudad se sentían abatidos y
desesperados, hasta tal punto en querer rendirse. Pero en medio de la
resignación, apareció una mujer, cuyas palabras alentaron a su gente, prometió
ir y en tres días volver, victoriosa, pues no pensaba hundirse en la pena , a
pesar de las adversidades, así que junto con una cierva suya, prepararon los
mejores vestidos, las más suculentas comidas y el más exquisito vino, para
llevarlos consigo. Entonces, emprendieron camino fuera de las murallas de la
ciudad, se toparon con el ejército de
Holofernes. Judith, les dijo que ella provenía de Betulia, pero que ella quería
traicionar a su pueblo y que tenía un plan para la destruirlo. Así pues la
llevaron con el general Holofernes, quien de inmediato, quedo encantado de la
belleza de aquella mujer. Ambos hablaron respecto a los planes de conquista en Betulia. Judith, le dijo a Holofernes, que en los
próximos tres días, ella y su criada, iban a orar en el alba y que no les
gustaría ser escoltadas ni interrumpidas por los soldados, el general accedió a
ello, poco después, Holofernes invitó a Judith a ir a su tienda para tener una
platica más intima y comer todo tipo de manjares. Ella llego a la tienda y le
dio de beber a Holofernes, los vinos que tarjo consigo, tanto, que él quedó
embriagado, así que ella sin vacilar, tomo la espada del general y le degolló,
llamó a su criada, para guardar la
cabeza en un costal. En el alba, ellas prendieron camino como lo habían dicho,
pero no era para orar, sino para devolverse a su ciudad. Transcurrido un
tiempo, los soldados fueron a ver su general, pero lo que encontraron les causo
gran impacto y mucha confusión, el
cuerpo decapitado de aquel hombre yacía entre su tienda. Así fue que los
soldados marcharon a la ciudad de donde provenía Judith, al llegar a las
murallas, vieron la cabeza de su general, clavada en un hasta, fue tanto el
horror de estos, que se devolvieron, y
así fue, como la paz en Betulia volvió. Este básicamente, es el relato
del triunfo de Judith, quien con su astucia, pudo vencer al enemigo, usando sus
encantos físicos, pero también, la convicción con la que fue decidida a terminar
de raíz, con el agobio de su pueblo. De ello, el tema de Judith se ha
convertido en todo tipo de relatos e interpretaciones artísticas, que en
especial, en el renacimiento y el barroco tenían gran importancia, además, la
connotación de Judith, tomo muchos aspectos a nivel social y político. No
obstante, en muchos escritos, la muestran como una mujer, que por haber usado
sus encantos físicos, la convirtió en una femme- fatal[1],
es por ello, que la empezaron a representar desnuda. Además e ello, es catalogada
como una “mujer mala” no sólo por sus técnicas de seducción, sino también, por
haber matado a un hombre sin piedad. El juicio y los hechos varían de acuerdo
al punto de vista que el lector quiera interpretarla, pero lo que concierne y a
la gran mayoría, es el hecho mismo de ir a exponerse a semejante hombre como lo
fue Holofernes, para después llegar victoriosa y como muestra de ello, lleva
consigo la cabeza de este, como trofeo. Es así como muchos la interpretan en
sus cuadros, tomando como punto de referencia el virtuosismo, la valentía y la
serenidad femenina, como Botticelli, por
su lado, hace una representación de una Judith triunfante cuya obra se titula
“el regreso de Judith a Betulia” del cual, se dice, hace un díptico con otro
cuadro que corresponde al mismo tema, pero el escenario es completamente
distinto y se llama “El encuentro del cadáver de Holofernes”. Estos dos cuadros
son la clara representación de dos escenas que se comparten en un mismo tiempo,
por un lado, vemos a dos mujeres, que son Judith y su empleada; Judith lleva
consigo el triunfo y la empleada, la cabeza de Holofernes dentro de un canasto.
En el otro cuadro, encontramos el cuerpo degollado de Holofernes, que es
hallado por sus súbditos y que atónitos, otros tristes y confusos de detienen a
mirarlo. En el barroco, encontramos a uno de los exponentes más sobresalientes
por la majestuosidad y belleza que implementa en sus cuadros y es Caravaggio,
en su cuadro “Judith degollando a Holofernes” vemos una escena mucho más dramática
y cruda que nos diferencia del cuadro anterior, aunque el dramatismo que
Botticelli maneja en el “encuentro del cadáver de Holofernes” es terriblemente
evidente, pero hay cierta forma de manejar tanto la técnica como la
composición, que los diferencian uno del otro, demostrando que el de
Caravaggio, es una obra llena de horror explícito, una Judith decidida e
impulsiva que no duda en pasar la espada en el cuello de Holofernes y el
sufrimiento de este al ser decapitado, de cierta forma sería el complemento a
los dos cuadro de Botticelli, por un lado está el después de que fue asesinado
y en el otro, vemos el acto como tal. No obstante, aunque la cantidad de
detalles y conceptos iconográficos e iconológicos que encontramos en estos
cuadros, también se destacan una serie de elementos compositivos que los
difieren uno del otro de acuerdo a las épocas en que estos fueron retratados,
no sólo se tiene en cuenta la pincelada y la poesía con que es pintado un
cuadro, sino también destacar esos elementos que hacen que dichos cuadros
pertenezcan y sean propios de cada época y pintor. Un autor que plantea este
tipo de problemáticas es Heinrich Wolfflin, un crítico e historiador
suizo, que plantea desde diversos puntos de vista la problemática esencial que
encierran estos cuadros, no sólo a nivel iconográfico, sino también, a nivel
compositivo y morfológico tomando distintas etapas o bien, él lo puede decir
“evoluciones” que permiten la diferenciación de una obra con otra, destacando,
desde los conceptos que hay que tener en cuenta en el arte del renacimiento y
el barroco, hasta la esencia misma del Clasicismo que encierra estos cuadros, formando
al clasicismo no tanto como aquel movimiento que surgió después de Barroco,
tomando elementos del arte clásico sino la permanencia de esa esencia (naturalmente,
hablamos también del arte clásico como tal) que se ha ido trabajando desde hace
muchos siglos, como lo es la
mimetización del cuerpo y la perfección de este hasta tal punto que parezca
natural, siempre en búsqueda de lo que es la perfección de forma fidedigna
tanto en el ser humano, como en la naturaleza misma. Dentro de este trabajo, he de destacar el
aspecto fundamental de estas dos obras de Botticelli y caravaggio en términos
de Wolfflin en lo que concierne a su libro “Reflexiones sobre la Historia del
arte” que es una mirada de las obras renacentistas y barrocas que enmarcan
todo este tipo de elementos previamente
dichos como lo que es el manejos de las composiciones y morfologías tomando
como referencia el Clasicismo que se encierra en estas obras desde cinco puntos
de vista en el clasicismo: el espíritu plástico, la forma cerrada y medida,
grandeza y simplicidad, claridad e idealidad y naturaleza. También tomo como
referencia y que es de bastante importancia, pues complementa y hace hincapié a
la explicación de estas obras y son “los conceptos fundamentales del arte” del
mismo Wolfflin, que es una generalización que hace diversificar las obras
artísticas del renacimiento y barroco desde cinco puntos de vista y son: lo lineal
y pictórico, superficie y profundidad, forma cerrada y forma abierta,
pluralidad y unidad, lo claro y lo indistinto, estos elementos como ya había
mencionado, son importantes pues de cierta manera, complementan y terminan
siendo una forma más concreta de poder analizar dichas obras. Y para terminar,
una reflexión en torno a la imagen de Judith más que en el contexto simbólico,
una mirada a la mujer como tal desde aquellos tiempos, y su connotación.
“Sólo cuando se conoce el estilo general de una época, en sentido
espiritual y formal, se puede juzgar una obra individual con cierta garantía y
antes de poder hablar sobre un maestro italiano, me parece necesario aprehender
la imaginación pictórica de los italianos en su peculiaridad entre la forma
interna y la forma externa.”[2]Así
empiezo esta parte del ensayo, mirar desde la forma externa e interna; en
términos de wolfflin, la forma interna se caracteriza por la belleza y
majestuosidad de la obra, mientras que la externa es el medio por el cual se
puede contemplar dicha obra, para este caso,
los cuadros de Botticelli y de caravaggio, por un lado tenemos un
renacimiento, cuyo fin más importante es encontrar la perfección en cuanto a
mimesis sus obras, cuyos paisajes son usados para hacer alegorías religiosas.
En este cuadro de Judith, podemos observar la serenidad de dos mujeres cuyo
triunfo llevan consigo, Judith lleva la espada de Holofernes en su mano
izquierda, demostrando con que fue con esta misma espada la que mato al tirano,
y en la mano derecha carga un ramito de olivo como símbolo de paz, pues es lo
que trae consigo. Algo que hay que destacar dentro del trabajo de Botticelli en
cuanto a la imagen femenina, es el vientre abultado, como
haciendo mención a la fertilidad ya la cuna de la vida que solo la mujer
puede traer consigo, la empleada, lleva un canasto envuelto en una manta que en
su interior, se encuentra la cabeza de Holofernes. La majestuosidad y el manejo
de las telas parecen darle vida al cuadro, pues parece ser lo único que se
mueve dentro de esta composición, además, hacen dar a entender que mientras
ellas llegan a la entrada de la ciudad, el ejercito del general asesina está
avanzando casi que al mismo ritmo de ellas, claro está que ellas llegan primero
en donde dejan la cabeza clavada en un estaca en las murallas. “el regreso de
Judith a Betulia” comprende un cuadro cuyas medidas comprenden los 31 X 24 cms, y su técnica es de temple sobre
tabla. Es casi obvio el uso del temple, aun no se ha descubierto el óleo y era
mucho más fácil tener como soporte una base rígida y que no fuese endeble. El
manejo de la luz suele comprender una extraña y casi difusa luz matinal. La
yuxtaposición que hay entre los personajes que se ven en frente del cuadro,
como de aquellos que vislumbran al fondo de la imagen, dos escenas distintas de
de un mismo cuadro, la armonía y tranquilidad con las que son tratadas estas dos modelos y el
lucimiento de los grandes campos de cosecha. En caravaggio, podemos detallar a
una Judith bella, pero ya más mundana y así mismo, como una persona que no
tiene piedad en degollar a su enemigo, decidida en su acto cuyo expresión se
puede ver también en el rostro cuyos detalles son mesurables[3].
Un Holofernes agonizante (casi se puede decir que se alcanza a sentir el horror
y el dolor de este al ser cercenado) y en la parte izquierda del mismo, una
anciana ansiosa y temeraria, pero también, guarda en sus ojos esa expresión de
indiferente hacia el hombre. Ella, se convierte en un elemento indispensable en
esta composición pues acentúa el dramatismo de la escena. Cabe destacar
también, que este detalle, el de la anciana, es comparado con los rostros grotescos
de Leonardo Davinci, tal vez el pinto,
se inspiró en las expresiones de estos para enaltecer la parte grotesca humana.
A diferencia del cuadro anterior, no vemos un paisaje de fondo, sino que vemos
la escena que se realiza dentro de la tienda, también destacar la ausencia de
luz y una completa difusión del todo con todo. Este es un cuadro que se
encuentra en la Galería Nacional de Arte Antiguo en Roma, cuyas medidas son
de 114 X195 Cms, que fue pintado en 1599
en técnica de óleo sobre lienzo. Pictóricamente este cuadro suele ser mucho más
efusivo y atrevido en el color, que a diferencia del otro, no hay tanto manejo
del dibujo y el detalle, sino que el mismo color es que permite comprender
ensamblar todo además, el manejo de sombras y profundidad es mucho más resuelto
y la sensación de ésta se puede percibir casi que uno podría adentrase a
aquella tienda y camuflarse en medio de la oscuridad. Entonces tanto la forma
interna como externa puede ser entendida como la iconografía e iconología y la
técnica del cuadro, pero singularmente, lo que realza estas obras, son los
manejos expresivos que cada uno de estos lleva y también el manejo de las
expresiones, los movimientos que cada uno de estos pintores lo maneja, “Toda
consideración histórica del arte tendrá siempre ante todo a hacer de la
historia del arte una historia de la expresión, buscando la personalidad de los
artistas en sus obras y reconocimiento en la gran evolución de las formas y las
representaciones la reacción inmediata de los movimientos del espíritu.”[4]
En conceptos más técnicos, cabe reanudar que hay una “evolución” de
las formas que comprende dos tipologías y son el sentido decorativo (en torno a
lo visual) y la interpretación de las realidades, estos elementos no están
separados de lo que acabé de explicar en torno a las formas internas y
externas, con las que tienen gran relación, pero, aquí vendría algo que
permitiría dar paso a los aspectos en las reflexiones a la belleza clasicista,
a los conceptos que nacen del clasicismo antiguo y del renacimiento italiano; el
espíritu plástico de estas obras determinan una diferenciación del clásico al clasicismo,
pues lo clásico retoma la naturaleza y esta fue aprehendida desde la plástica,
es decir, la emersión de nuevas técnicas para las proporciones, la luz y las
texturas e incluso, las técnicas en tintes. Para lo que el Renacimiento
concierne, en el cuadro de Botticelli, podemos observar una estética que por un
lado, es propio del artista, es decir, sólo el estilo propio el artista es el
que difiere con respecto a los demás y específicamente en Botticelli, cuya obra
ofrece todo tipo de caracteres “serenos” en donde juega con la armonía
cromática, las fuentes lumínicas hacen parecer que los reflejos son perpetuos y
la calidad de luz permite determinar los detalles tan minuciosos pero
específicos en los cuadro de Botticelli. En el de Judith, estos elementos no
están ajenos a las explicaciones dadas, el implemento del color en los detalles
de los rostros, las telas que es lo que más vislumbra y la forma casi que lineal con la que es enmarcado cada
elemento que conforma el cuadro, eso es también es lo que se conoce, dentro del
libro de Wolfflin “conceptos fundamentales de l historia del arte” Lo lineal
respecto a lo pictórico, en el renacimiento, el interés del artista era
detallar cada elemento y básicamente consistía en esbozarlos y hacerles un
“relleno” pero el componente como tal, se encontraba limitado con respecto a
una insinuación de líneas además, que estos elementos puestos tenían un
significado propio que le daba toda una lectura en el cuadro, como el ramito de
olivo simbolizando la paz, las posiciones de las mujeres que difiere una de la
otra, Judit es detallada como la virtud, la grandeza, la pureza y valentía,
mientras que la otra mujer, es mucho más
terrenal al no tenerl esa “iluminación” que es propia de Judith. Para lo que
corresponde a Caravaggio, en su pintura, la evolución corresponde a que ya no
es tan necesario las insinuaciones en los contornos, sino que la misma pintura
permite crear todo tipo de sensaciones, profundidades, texturas, se crean a
partir de las pinceladas y no tanto por dibujo, ahora, la nueva problemática
corresponde a la tenebrario, luz en medio de la oscuridad, un a nueva técnica, que
se convirtió en un desafío pictórico, salir de una etapa en que todo estaba
dominado por la luz, ahora otro componente entraba a jugar y concernía a la
oscuridad, pues más que por posibles degradaciones en el entorno espiritual
humano, una técnica que comprometía una serie de contraindicaciones en el que
la obra podría dejar de tener interés. Para el segundo aspecto, observamos la
calidad pictórica de estos cuadros, ambos, pueden que correspondan a dos etapas
diferentes, pero conservan, esa gracia que les permite ser majestuosos, además
su técnica reside en lo más alto dentro del esplendor que es propio de la
época, como la simulación de las ondeadas de los vestidos que son marcadas con
sutiles pliegues hechos de los trazos finos de un pincel que Botticelli usaba
en sus cuadros, por el otro lado, encontramos la sutileza y la complementación
de los pliegues con las sensaciones mismas que propaga el color y las
dispersiones de estas. Los diferentes planos implementados por los cuadros, es
otro aspecto primordial y que también difieren a la factura de estos, en
Botticelli, observamos muchos componentes o planos interpuestos para
complementar la imagen, mientras que en el otro la sensación de profundidad no
se diferencia de acuerdo a la reducción de objetos, sino acentúa las relaciones sucesivas, es decir,
hay mas realismo en cuanto a la percepción en profundidad. Luego estudiamos las
formas mesurables de las obras en las que hallamos tres consolidaciones de
forma: las partes se necesitan recíprocamente; todos los elementos tiene una
conexión y cada uno de estos un significado iconológico, como las posturas de
las manos y los elementos que llevan estos; orden de semejanza que tienen estas
para poder ser leídas, en la Judith de Botticelli, ella se advierte como el
elemento central de la obra, de segunda mano, vemos a la empelada e
inmediatamente el ojo nos obliga a mirar sobre esta, un canasto en donde yace
la cabeza de Holofernes, luego nos remitimos a los paisajes el fondo y que
sutilmente divisamos a un ejercito, jinetes sobre sus caballos que van en
camino hacia Betulia. En Caravaggio, la Judith aun sigue siendo la imagen
central pero este cuadro nos invita a poner el ojo a un solo punto, y no hay
necesidad de desplazar la mirada de un lado a otro para poder completar la
imagen; y la armonía en cuanto a estructura y el manejo de color en estos,
comprender que el ojo se adecuará a las composiciones y a las morfologías del
cuadro, en una época en donde la imagen
de la mujer pertenecía a la iconografía sagrada, ahora en el barroco, se
transformaba en un elemento que no se escapa de la sensualidad terrenal; ahora,
seguimos con la grandeza y sutileza de las obras, como decía anterior mente
cada artista tiene su propio estilo de pintura y la grandeza de cada uno radica
en la capacidad humana de percibir y enfrentarse ante el tema y la obra como
tal, quiero decir, al momento de componerla, analizar lo que debería tener, las
imágenes que piensa son si son adecuadas, etc. Como la imagen de Judith, siempre se le detalla como una mujer
bella y casi que virtuosa, en el de caravaggio, la mujer es mucho mas
sanguinaria pero no deja de lado esa fascinación de lo celestial emanado en su
rostro y presencia; la unificación de la claridad objetiva con la claridad
subjetiva, en estos términos, llego a la Claridad, por un lado encontramos la
claridad en decir las formas definidas que me permiten identificar las imágenes
que hay dentro del cuadro y así mismo, su integridad, que lo que estén
haciendo, realmente pertenezca a la representación que el artista quiera dar a
conocer, Botitcelli, la imagen femenina s más que reconocible además que las
connotaciones que él tiene le hacen propias de sus obras, además, el tema es
específico al ver la serie de elementos que podemos encontrar no solo en la
mano de ella con la que carga la espada, sino cuando su cridada carga la cabeza
de Holofernes, estos elementos son propios de este tema. También, encontramos
en Caravaggio, la misma espada, pero no el mismo lugar aunque se entiende el
lugar en donde se encuentra la escena y es en una tienda. Un hombre está siendo
degollado con su propia espada, una mujer que empuña la espada y otra que está
a la espera de recoger la cabeza, guardarla y escapar, además en cada uno de
estos cuadros se ve la naturaleza poética en las expresiones gestuales a través
del trazo o la pintura; las idealidades y naturalezas permiten entender las
estrategias simbólicas previamente pensados en las posiciones, en la poética,
el entorno, la arquitectura y composición. Así lo han pensado estos artistas,
la preocupación e estos al querer componer
y mentalizar la manera y la forma de querer representar el cuadro, las
escenas de Judith retomando desde el momento en que ella salió de Betulia,
hasta el regreso. Botticelli prefirió darle una armonía a ella como la que hizo
justicia y triunfó entre la maldad mientras que el otro, aprovechando las
nuevas modas y diversificación en las representaciones, mostraba a una Judith
cuyos elementos simbólicos que están siempre presentes en el otro de
Botticelli, en este, se escasean quedando como único objeto emblemático es la
espada. Estos cuadros llevan consigo también, el naturalismo propio de la
época, la percepción de lo que para ellos les concernía la naturaleza, antes,
la necesidad de adentrarse en los mundos boscosos irradiados por la presencia
divina, mientras que en el Barroco, el tema religioso se dejaba de lado ahora
la intensión era la complementación y la fusión de los elementos que se
encontraban a la vista del artista para unificarlas en una sola escena. De este
modo, se analizan estos cuadros propios del Renacimiento, aunque, no es mucho
lo que hay que diferenciar, me refiero, a que es muy general todo este tipo de
conjuntos presentes en artistas del Renacimiento y el Barroco. No obstante
quedan faltando tres elementos dentro de los conceptos fundamentales como la
evolución de la forma cerrad con la forma abierta con lo que concierne a que las imágenes implícitas dentro del
cuadro, se convierten de cierta manera en “algo cerrado” ahí una
contraposición que se establece así “lo
cerrado” como imágenes enmarcadas dentro de la obra y se quedan ahí y por el
otro lado, “cerrados” en la medida en que las imágenes podrían verse rígidas y
cada una hacer parte de planos anquen sean de la misma composición, hacen parte
también de un distinto, es así como en el de Botticelli, aun podemos ver ese
intento de la mimetización en los rostros, y en los paisajes, pero a pesar de
verse en un espacio a vierto, aun se puede detectar ciertas formas y de talles
que tratan de complementarse, aun siguen siendo elementos muy separados unos de
los otros, para la Judith de caravaggio, hay un completo cambio, la ausencia
del dibujo y las formas cerradas, se convierten en elementos que se han de
mezclar por lo que el ojo del espectador, no se quedará determinando un
detalles de los diversos objetos, sino que el mismo efecto pictórico, permite
redondear y determinar todo ese conjunto de elementos emergentes en la
oscuridad, a pesar de entenderse que la situación se está realizando dentro de
un espacio cerrado, la sensación al momento de observarla, se siente más
liberada. Ahora, la multiplicidad de los objetos a lo unitario; “El regreso de
Judith a Betulia” tiene una serie de elementos que se conectan unos con otros,
una especie de elementos que se unen a partir de la iluminación, la luz invita
al ojo a seguir los objetos que estén bañados con luz y así se va siguiendo
estos patrones en el que me determinan de lo más “brillante” a lo más “oscuro”.
Es por eso que de primer plano observamos a la Judith radiante de luz, luego el
manto que está cubriendo la cabeza de Holofernes y de inmediato a detallar el fondo,
más que el ejercito llegando a las murallas, las montañas e incluso las mismas
puertas de la ciudad, vagamente se puede distinguir una torre que sobresale de
las murallas. “Judith degollando a Holofernes” los elementos parecen
simplificarse, ahora y ano se trata de juntar varios elementos, sino de
establecer una sola escena en la que vemos el destello lumínico que recae sobre
la mujer sagrada, luego comprendemos que el acto propio de ella es lo que
determina o justifica el fin e la obra, un hombre marcado por el dolor y la
muerte, está siendo degollado, observamos
una pequeña iluminación en la parte superior de hombro y parte del
brazo, la anciana, es el complemento a este cuadro, a pesar de no tener la
sutil iluminación, se encuentra en ello podría decirse “la excusa” dentro del
tenebrismo, pues la anciana comprende esa vitalidad que le da gran dramatismo
al cuadro, al no estar bañada por un haz de luz, la retomamos como un ser mas
terrenal y macabro. Y por último la claridad absoluta frente a una claridad
relativa, lo que me lleva retomar de nuevo, las composiciones, los elementos
puestos en los cuadros, las luces todo este tipo de elementos característicos
determina una cosa y es la “claridad” en cuanto a forma y también en cuanto a lectura se trate, frente
a la claridad absoluta que es mucho más sintética, global y permite al
espectador hacer una lectura precisa y
mucho más determinada que con respecto a la otra. La Judith de Botticelli,
comprende toda una serie de objetos que se entrelazan unos con otros, como la
espada con la que mató a Holofernes y la cabeza de este siendo llevada por la
sierva, los paisajes propios de una Italia en plena luz Renacentista, tratada
como puesta en escena para los paisajes israelitas, las armonías que se
reflejan en los serenos y bellos rostros y los vestidos de las damas, en
especial el de Judith, que contrastan con el fondo. La perspectiva en la que
permite mostrar un gran paisaje a ello nos referimos a una claridad específica y mas propia dentro
del renacimiento, para el barroco, esta Judith compromete una carga no tan
pesada, por el contraria se convierte en algo más simplificado y sutil y con la
misma actitud, la interpretación de cada personaje es detallada de tal manera
que lo único, que tal vez parezca resaltar son los gestos, ahora, la técnica
pictórica permite salir de lo del renacimiento, a las formas cerradas, el
esfumado, el juego de colores que permiten mostrar texturas y profundidades,
aunque aun se mantiene en pie, el reflejo e la luz hacia los personajes sacros.
Para finalizar, la imagen de Judith siempre ha sido tomada como el
virtuosismo valiente, capaz de luchar y derrotar no tanto con fuerza, sino con
astucia a la maldad. Judith también ha sido determinada como una mujer mala y
perversa, por haber usado sus encantos femeninos, como podría pasar muchas
veces en el mundo real y presente y así, cumplir con su objetivo. Pero lo
verdaderamente relevante es que este personaje, es una representación simbólica
con las que muchos se han sentido identificados y han visto en él un
complemento para la representación de la fuerza y la iluminación sobre la
maldad. Judith, históricamente hablando, no “existió”. Pues no existe registro alguno que de fe de la vivencia
de ella o de aquella ciudad de donde nació, ni mucho menos de Holofernes.
Algunos sitios como Israel, el símbolo de ella más que algo existente y heroína
nacional, es un ícono de valentía. Es por ello, que he querido retomar estas
obras de Botticelli y de Caravaggio, dos máximos representantes de la pintura
en épocas diferentes, el primero del Renacimiento y el otro del Barroco. Esto
dos personajes, dieron” vida” a aquella mujer que fue capaz de revelarse y
ganar en la batalla y que fue tema de inspiración para representaciones
artísticas, y literarias como en la Divina comedia y en pequeñas reseñas sobre
sus hazañas en libros que se refieren a la mujer. Por tanto, el símbolo de
Judith siempre permanece en el seno y en la expectativa de todo ojo crítico que
esté siempre dispuesto a afrontar y vislumbrar su heroísmo en cada cuadro hecho
a su honor.
Bibiliografía:
·
Alcántara
Francisco José, Mandel
Gabriela y Bo Carlo, La obra pictórica completa
de Botticelli / Sandro Botticelli ; introducción de Carlo Bo ; biografía y estudios críticos de Gabriela
Mandel ; traducción deFrancisco J. Alcántara, Editorial Noguer, Barcelona,
1970
·
Wolfflin Heinrich, Reflexiones
sobre la Historia del Arte traducido por Jorge García García, Editorial
Península, 1988, Bracelona.
·
Guttuso,
Renato, Ottino della
Chiesa Angela, La obra pictórica completa de Caravaggio /
Michelangelo Merisi daCaravaggio ; introducción de Renato Guttuso ; biografía y estudios
críticos de Angela Otino della Chiessa, editorial Noger, Barcelona, 1972
·
Padilla Rosa M. Mujeres malas y
perversas de la historia, editorial M.E. editores S.L
Webgrafía:
·
www.ucm.es/centros/cont/descargas/documento24833.pd
Fuente de imágenes
[1] “la femme- fatal,
cual mantis religiosa, de de modales estudiados y cuidadosos, primero seduce
para matar después” Santidrían Padilla Rosa M. Mujeres malas y perversas de la
historia, editorial M.E. editores S.L, pág. 127.
[2] Wolfflin Heinrich, Reflexiones sobre la
Historia del Arte traducido por Jorge García García, Editorial Península, 1988,
Bracelona. Pág. 10.
[3] También se puede observar una mueca, como
signo de dolor humano que es ignorado que no comprende el significado de lo divino y del acontecimiento.
[4] Wolfflin Heinrich,
Reflexiones sobre la Historia del Arte traducido por Jorge García García,
Editorial Península, 1988, Bracelona. Pág. 27


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